Més per Mallorca o el odio a todo lo que no sea catalán
La marca blanca de Esquerra Republicana de Catalunya en Mallorca sigue adelante en su exacerbada cruzada en pro del nacionalismo más radical. Lamentablemente sólo les interesa la defensa del territorio regional cuando sus intereses coinciden con los de la Generalitat de Pere Aragonès, pero de lo que se trata hoy no es de hablar de la identidad de un partido que sigue a la deriva más absoluta, sino de su enconada lucha anti monárquica. ERM (perdón, Més per Mallorca) quiere echar de Marivent y de la isla a la familia real española y le ha pedido a su socia Armengol que suprima de los presupuestos la partida destinada al mantenimiento de los monarcas durante sus estancias en Marivent.
Ha habido en la historia de Mallorca dos visitantes ilustres que han cambiado su destino. El primero fue el archiduque Luis Salvador, que puso un pie en la isla en 1867 bajo el nombre de conde de Neudorf y quedó tan maravillado por lo que vio que no dudó en recomendar la ruta a la flor y nata de la sociedad austrohúngara del Siglo XIX. Fue el origen del turismo.
El segundo fue el actual rey emérito Juan Carlos, que holló la isla en 1953, en plena dictadura de Franco. Aquel niño se convirtió primero en hombre y luego en rey, y durante el proceso entre ambas etapas, casado ya con Sofía de Grecia, desafío la tradición impuesta por el Generalísimo y se atrevió a abandonar la residencia gallega del Pazo de Meirás para establecer su domicilio veraniego en el Palacio de Marivent, que recibió siendo todavía príncipe un 4 de agosto de 1973.
Han pasado 48 años desde entonces y es imposible calcular con dinero el valor que la Familia Real le ha dado a Mallorca. Su impulso de los deportes náuticos dio origen al Trofeo Princesa Sofía y a la Copa del Rey de vela convirtiendo los clubes náuticos mallorquines en auténticas referencias mundiales pero, sobre todo, su presencia en Marivent sirvió para que el palacio de verano se convirtiera en un escaparate en el que han desfilado las más importantes personalidades políticas del mundo, desde Isabel II hasta Barack Obama, pasando por George Bush, el príncipe japonés Hirohito o la malograda Lady Di.
Durante 48 años el nombre de Mallorca ha sido conocido en todo el mundo gracias a la familia real española y, por supuesto, eso se ha traducido en una mejora económica y social de la isla. No es sólo que haya que rechazar contundentemente la iniciativa de ERM (perdón, Més per Mallorca), es que lo que habría que hacer, desde ya, es dejarle claro al rey y a su familia que aquí son más que bienvenidos.
Por cierto. Ya para acabar. Hemos dejado claro lo que ha hecho la familia real española por Mallorca en estos 48 años, pero…¿exactamente qué ha hecho Catalunya por Mallorca en ese mismo plazo de tiempo? Quizás ERM (perdón, Més per Mallorca) sea quien deba responder a eso.